El padre propuso que le dieran el brazo de la madre a la niña, y ella aceptó. Ya en casa, todos acostados, María escuchó un murmullo, como si alguien cantase muy bajito, pero no le dio importancia. Unos segundos después lo escuchó de nuevo, y corrió hacia la habitación de su padre.
-Papá, ¿puedo quedarme a dormir en tu cuarto?
-María ya es muy tarde, vuelve a la cama.
La niña, llena de miedo, regresó a su cuarto y, antes de meterse en la cama, escuchó una voz muy seria que le decía algo al oído.
Al día siguiente, el padre se encontró a su hija en el jardín, se había caído la noche anterior...y le faltaba un brazo.

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